
CARDIOPATÍA ISQUÉMICA
El estado emocional y las estrategias de pérdida de peso
Autor: Marcos García Aguado (Cardiólogo clínico del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda, Madrid)
Fecha de publicación: 14/05/2025
Categoría: Controversia



2 minutos
Este post incluye opiniones de su autor. Las partes del texto subrayadas contienen enlaces a la evidencia científica en la que se sustenta.
“Los pacientes con obesidad pueden presentar alteraciones emocionales basales. El estudio psicológico de los pacientes que van a ser sometidos a estrategias que generan una rápida pérdida de peso debería ser una práctica habitual. tanto basalmente como durante el seguimiento, al menos en personas con vulnerabilidad emocional o antecedentes de enfermedades psiquiátricas”
Uno de los argumentos en vida real para el uso de la semaglutida o tirzepatida es la confianza que generan en el paciente, gracias a la potente reducción de peso que inducen, contribuyendo así a una mejor adherencia a los hábitos de vida cardiosaludables (alimentación adecuada, práctica de ejercicio y cuidado psíquico, es decir, del autocuidado físico y psíquico).
Ahora bien, la rápida pérdida de peso puede generar cambios neurobiológicos y hormonales que, en personas susceptibles, puede generar una desregulación emocional.
Los pacientes con baja autoestima, antecedentes de trastornos psiquiátricos o una mayor vulnerabilidad emocional, pueden experimentar una alteración negativa en su estado de ánimo, principalmente relacionado con cambios en el cortisol (la rápida pérdida de peso activaría el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, generando un incremento de la liberación de cortisol) y neurotransmisores centrales, lo que podría aumentar el riesgo de depresión y suicidio, como el observado tras la cirugía bariátrica, aunque con un número pequeño de casos. La Agencia Europea del Medicamento evaluó este riesgo con la semaglutida y lo descartó, al igual que los resultados de una revisión sistemática y metaanálisis publicados en la revista JAMA Psychiatry.
Otros efectos en el estado emocional pueden ser secundarios a una falta de aceptación de la nueva imagen o una frustración por no alcanzar los objetivos deseados.
También debemos entender que el paciente puede presentar obesidad secundaria a una ingesta compulsiva de alimentos como estrategia “compensatoria” ante alteraciones emocionales basales, pudiendo sustituir este comportamiento, cuando es “abolido” por las terapias anti-obesidad, por otras adicciones compensatorias. Ahora bien, la semaglutida ha demostrado eficacia para la deshabituación alcohólica y otras adicciones.
CONCLUSIÓN
Parece lógico plantear el abordaje psicológico del paciente con obesidad, no solo en aquellos que van a ser sometidos a cirugía bariátrica, sino también en los que van a recibir tratamientos farmacológicos. Además, debemos recordar que estas terapias son coadyuvantes de un estilo de vida cardiosaludable, que además mejora el estado emocional, como por ejemplo la práctica de actividad física o una alimentación adecuada con impacto positivo en la microbiota, lo que podría compensar alteraciones psicológicas secundarias a la rápida pérdida de peso alcanzada por otros procedimientos.
Habrá que esperar a estudios de vida real con los fármacos para la obesidad, bajo circunstancias mucho menos controladas que los estudios aleatorizados e incorporando pacientes que fueros excluidos de la investigación previa, como aquellos con antecedentes psiquiátricos o vulnerabilidad emocional.

Ilustración 1. CARPRIMARIA
Referencias