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Cuando decidimos pautar un tratamiento con estatinas, aun sabiendo que la mayor parte de los supuestos efectos secundarios son efecto nocebo, debemos realizar una valoración clínica y analítica, previa y posterior al inicio terapéutico, y en cada aumento de dosis.

En la valoración inicial no debemos olvidar que hay determinadas situaciones que aumentan el riesgo de efectos secundarios con estatinas. Repasamos las más comunes en el ámbito de la cardiología, siendo preciso un seguimiento más estrecho de estos pacientes y una terapia hipolipemiante más cautelosa o combinada:

• Edad ≥ 80 años;

• Mujer;

• Asiáticos;

• Diabetes Mellitus;

• Hipotiroidismo no tratado (ante una miopatía por estatinas, valorar siempre la función tiroidea);

• Bajo índice de masa corporal;

• Antecedentes de CK alta o antecedentes de dolores musculares, tendinosos, articulares, miopatía, enfermedad neuromuscular;

• Enfermedad renal severa;

• Insuficiencia hepática descompensada/aguda;

• Ejercicio físico extremo.

Además, hay determinados fármacos y tóxicos que pueden aumentar los efectos secundarios con estatinas, y debemos tenerlos en cuenta. Los más relevantes en el ámbito cardiovascular:

• Antagonistas del calcio: diltiazem, verapamilo y amlodipino (hay que recordar que el amlodipino tiene función antagonista del calcio);

• Fibratos, sobre todo el gemfibrozilo. En caso de tratamiento combinado, usar con precaución las estatinas y valorar el fármaco con mayor peso en la mejora de la supervivencia del paciente;

• Ranolazina;

• Alcoholismo, consumo de cocaína y de anfetaminas;

• Warfarina;

• Otros de otras esferas de la medicina: ciclosporina, macrólidos, inhibidores de la proteasa, antimicóticos azólicos, eritromicina, claritrominicna, telitromicina, antipsicóticos, danazol y niacina.