CARDIOPATÍA ISQUÉMICA
El cigarrillo electrónico y el infarto de miocardio
Autor: Javier Ángel Rodríguez Calvillo (Médico especialista en medicina familiar y comunitaria. CS Sangonera la Verde. Murcia)
Fecha de publicación: 17/10/2023
Categoría: Controversia
3 minutos
Este post incluye opiniones de su autor. Las partes del texto subrayadas contienen enlaces a la evidencia científica en la que se sustenta.
Todos conocemos los efectos nocivos del tabaquismo tradicional. La cantidad de acciones informativas a nivel poblacional han conseguido concienciar a buena parte de la población. Desafortunadamente, un porcentaje significativo de personas han considerado a los cigarrillos electrónicos como una alternativa más saludable. La industria ha puesto en marcha una potente estrategia de marketing para convertirlos en un objeto de deseo y “glamur”.
Sin embargo, la evidencia científica ha demostrado que los cigarrillos electrónicos no son inofensivos y se relacionan con eventos cardiovasculares adversos.
Se ha publicado una revisión sistemática y metanálisis, con un total de 4 estudios que incluyen 585.306 participantes. De ellos, 19.435 consumían cigarrillos electrónicos, 1.693 cigarrillos tradicionales y 553.095 no eran consumidores.
El estudio concluye que los usuarios de cigarrillos electrónicos (tanto como consumo exclusivo, como consumo asociado a cigarrilos tradicionales) presentaron un riesgo significativamente mayor de infarto de miocardio, exactamente un RR de 1.33 (IC 95%, IC 1,14-1,56 con P=0,01) en comparación con aquellos que no usaban los cigarrillos electrónicos.
Al comparar el tabaquismo tradicional con el del cigarrillo electrónico, el riesgo de infarto de miocardio era menor que con el cigarrillo tradicional, con un RR de 0,61 (IC 95% 0,40-0,93 con p = 0,02).
Por tanto, fumar cigarrillos tradicionales o electrónicos se asocia a un aumento de infarto de miocardio, en comparación con no fumar.
Ahora bien, se ha planteado utilizar el cigarrillo electrónico para dejar de fumar, pero las revisiones científicas que evaluaron esta posible función no han sido concluyentes, incluso puede que tengan el efecto contrario. Si añadimos el apoyo conductual a la terapia de deshabituación del tabaco, podría mostrar resultados satisfactorios, tal y como muestra un ensayo control aleatorizado que comparó los cigarrillos electrónicos con la terapia de reemplazo con nicotina: la tasa de abstinencia al año fue del 18% con los cigarrillos electrónicos, frente al 9,9% del grupo de reemplazo con nicotina (RR 1,83, IC 95% 1,30-2,58 con P<0,001).
Necesitamos más información sobre los efectos de los cigarrillos electrónicos en nuestra salud. Este estudio adolece de una desproporción entre los diferentes grupos participantes, y se trata de un análisis de estudios transversales. Aún tenemos muchas lagunas de evidencia, pero los datos de los que disponemos actualmente deben desalentar su utilización, claramente como sustituto del cigarrillo tradicional o como consumo combinado o exclusivo, pero también como terapia para ayudar al abandono del tabaquismo, al menos hasta que dispongamos de más evidencia científica sobre sus efectos y éxito/fracaso respecto a otras terapias de deshabituación.
Recordemos que las nuevas guías publicadas de enfermedad coronaria crónica de la ACC/AHA, recogidas en un post de CARPRIMARIA, consideraban vital el abandono del tabaco y reconocían que los cigarrillos electrónicos parecían ser una terapia para la deshabituación, pero la falta de datos de seguridad a largo plazo y los posibles riesgos asociados a su consumo crónico, desaconsejaban su uso, priorizándose las terapias farmacológicas probadas, al menos hasta que no dispongamos de estudios sobre los cigarrillos electrónicos, tal y como hemos mencionado antes.
Ilustración 1. Cigarrillo electrónico. CARPRIMARIA
Referencias